miércoles, noviembre 24, 2004

24-11-04

Los recuerdos afloran lentos, despacio, con parsimonia, para ser revividos de nuevo. Una semana. Siete días para el dolor en estado puro, para encontrar la calma. Para ser mas fuerte, para convertirme en piedra, roca, granito.

Lágrimas amargas, audaces, corrosivas, que se esconderán, convertidas en hielo por fuerza de voluntad. Cambiar de la tristeza a la alegria, portadora de una máscara griega. ¿Cuanto tiempo pueden aguantar el corazón y la mente en este estado? ¿Cual es el precio a pagar por la incondicionalidad?

Dj habla de identidad. Bonita palabra. Buscarse y hallarse. Lo mío debe ser un TID o transtorno de identidad disociativo (o múltiple). Porque soy muchas y variadas, todas en perpetua búsqueda de sí. Busco y no encuentro y cuando encuentro, resulta ser un monstruo. Distinta con todos. Odiada y admirada. ¿querida? Siempre en movimiento, siempre sin pensar. Pensar en mí, que pensar en otras muchas cosas es hábito cotidiano. ¿Tanto esfuerzo cuesta pensar en los demás? Compasión y comprensión. ¿Difícil? Vislumbro que si. Hasta en las mejores personas. También es mala suerte que el egoísmo salga en los momentos cruciales. Que son los peores, como no.

¿Cuanto duele querer sin esperanza, sin motivo?

Enjaulada. Limitada. Harta

El problema de mis identidades, todas ellas, es que están creadas precisamente para encajar. A la pregunta: describete, la respuesta es que se me puede llevar a todas partes sin bozal. Siempre concreta, sabiendo estar. Tanto da un restaurante de cinco tenedores como un tabernucho donde se te quedan pegados los zapatos al suelo (aunque mi postura no será demasiado ortodoxa, por eso de los bichitos que pudieran corretear). Me disfrazaré para la ocasión y me comportaré como se espera de mí.

Esa es la cuestión. utilizando metáforas, antes era tipo rio, siempre en constante movimiento. Ahora soy una especie de presa que se va llenando poco a poco, hasta saturarse demasiado y cuando se desborde, arrasará todo lo que encuentre en su camino.