lunes, diciembre 12, 2005

11-12-05

Se perfilan cambios en el horizonte y el primero de todos ellos será sustituir el fin de año anticipado por la cena navideña, donde permitiré que adornéis mi casa con motivos idem, cantaremos villancicos, tocaremos zambomba, pandereta, montaremos el belén (en sentido real y figurado) y no nos estaremos de esa gran figura que es el "caganer" que nuestro excelentísimo ayuntamiento quiere abolir de su pesebre por considerarlo incívico. Incluso podemos representar "els pastorets"

Queréis más? Volveré a ser pelirroja y me compraré unas gafas que me hagan parecer todavía más borde, así nadie tendrá la tentación de acercarse a mi persona y me ahorraré casos esperpénticos como el de ayer.

Hoy he visto el anuncio de la caja roja de Nestlé. Por los poco románticos? Pero es que el ejemplo que ponen es para causar vómitos hasta provocar una hernia discal. No existe el término medio? La culpa la tiene Hollywood y su factoría cinematoscópica, que lleva años lavándonos el cerebro y esperamos que llegue el caballero negro con un arrebato de pasión de esos que te hacen sufrir una desviación de columna crónica, venga y nos diga - nena, súbete a mi (póngase lo que se prefiera), que nos vamos a cruzar el desierto-. Luego todas las ilusiones a tomar viento, porque ya se sabe, un sapo siempre será un sapo por muchos besos que le des.

¿por qué si? ¿por qué no? ¿todo es mentira? ¿nada es cierto? sigo sin comprender, pero, como en expediente X, la verdad debe estar ahí afuera, por algún inhóspito y recóndito lugar escondida para que nadie la encuentre, como los horcruxes de Voldemort.

Qué me podéis regalar por mi santo? La famosa katana, el jack de pesadilla en tamaño real, un detector de mentiras y un curso intensivo en la mejor escuela para chicas malas, porque también manda cojones que las zorras que maltratan a los hombres lo tengan todo, todito, todo y otras tengamos que pasar por ciertas cosas, cierto mis queridas Deseos e Ineluki? Está visto que cuanto peor eres, mejor te va en la vida. Y yo quiero aprender a coleccionar perritos piloto...

Empieza una maravillosa semana de trabajo, que me va a mantener muy ocupada y así no pensaré en los misterios de la vida, la muerte, el más allá y los del rosario.

Escucho la banda sonora de un nuevo compositor que he descubierto. A partir de ahora amenizará las heladas noches de diciembre. Su música es triste, melancólica, como la historia que cuenta. El violín suena y divisas un paisaje de cenizas, gris, con un tren a punto de partir hacia un destino desconocido, pero intuyes que perderás lo poco que posees cuando llegues a él. No quiero volver a ver esa película. Duele demasiado.

En la cuerda floja, sin una pértiga en las manos para conservar el equilibrio y sin red. Suena el redoble de tambores; el foco está centrado en esa figura solitaria, ahí arriba, que lo único que tiene es su concentración y la vista en un punto fijo en la distancia, el cual intuye pero no ve con claridad. ¿llegará a su destino? ¿caerá antes? Eso soy yo. Un barquito de papel zozobrando en la tormenta. Tiré el ancla pensando que no la necesitaba y no iba provista de brújula, gps o cartas de navegación. La única esperanza es que el cielo se despeje y me guíen las estrellas.