martes, diciembre 13, 2005

12-12-05

Me he despertado mal. Con una temperatura exterior de 4º y los ojos hinchados.

No tengo hambre. Si lo miro por el lado positivo esta vez puedo llegar a una 36 y me servirán las tallas infantiles. Aunque no sé si saldrá a cuenta, con los precios a los que está la ropa para niños.

Queda un día menos para empezar estas fiestas en las que supuestamente estás con los seres queridos. Os juro que emigraría. Si ya de por sí son tristes para mí, este año se han convertido en un calvario.Veinte días más y todo habría sido diferente. Pero quizá lo mejor sea empezar el año sin cargas de ningún tipo, no lo sé. Acabará mal y empezará peor.

El frío, el tiempo y el corazón se han aliado para hacer de este fin de año uno de los peores de mi vida. Por qué siempre tienen que darme las fiestas? Me las prometía muy felices. Pensé que por una sola vez, todo sería perfecto. Me equivoqué.

Llego a casa con una bolsa que he paseado por el eixample durante toda la noche, con luces de navidad, adornos y guirnaldas que mi santa ha tenido a bien darme. El árbol lo compraré mañana, o pasado, o el siguiente, cuando pueda realizar una escapada. No sé muy bien qué hacer con el pesebre. No necesitamos figuritas carpetovetónicas (los iletrados que lo busquen en la RAE) para darle glamour, verdad?. Quizá con plastilina podríamos conseguir algo divertido...

Y dice alguien muy sabio que cuando un hombre cocine para tí y lo deje todo recogido será una señal divina; y si sabe hacer croquetas ya...

Pero a veces, las personas sabias se equivocan, porque conocemos individuos que saben cocinar y recoger los cacharros a los que se les podría aplicar la canción estelar de "South Park" y no precisamente la de Bryan Boitano.

Cómo será la vida de un periódico? No a lo que se cuece entre las rotativas, sino la de esas hojas, algunas de colores, llenas de palabras, algunas buenas, otras malas. Hoy, en el bar donde estábamos, un hombre leía el suyo mientras se tomaba una copa. No en la barra, como hacen la mayor parte de los hombres que acuden solos a los bares. Sentado en el sofá, con su vaso de lo que fuera, un pie apoyado en la banqueta y con un aplomo y seguridad en sí mismo que tumbaba de espaldas. Qué estaba leyendo? qué conclusiones sacaba de las palabras escritas? A veces nos fijamos en las cosas más absurdas.

La música oriental se escapa por los altavoces, pero no es momento; cambio a la próxima banda sonora y ya vuelvo a escuchar el violín con su triste melodía.

Tengo insomnio. Hacía mucho que no podía dormir.

Jornada de autoanálisis sin grandes soluciones, pero concretar los pensamientos ayuda a comprenderse mejor, más si tienes oyentes atentos, por mucho que te digan a veces lo que no quieres oir.

He recuperado una canción de un duo tan carpetovetónico como las figuritas del pesebre.

Adivináis quién cantaba esto? Menú del Burger King para quien lo sepa. No vale San Google.

Búscame, donde haya un sol
un fuego junto al mar
donde el amor se pueda regalar
donde mi voz, se escuche más y más...

Intentaré dormir con algo de la revolución francesa, donde están a punto de guillotinar a Luis XVI y Maria Antonieta. El pobre condé de Charny ha muerto y Andrea se queda sola...