miércoles, junio 22, 2005

22-06-05

Sin adsl por obra y gracia no se sabe muy bien si de wanadoo, de telefónica o de mi ordenador, que hermanados cual santísima trinidad forman un trio mucho peor que Fraga, Aznar y Acebes juntos, me veo obligada a aporrear el teclado, después de intentar (vanamente, of course) por todos los medios reinstalar comunicaciones, el maldito modem y hasta hacer mis pinitos con la línea. Peor para vosotros, porque ahí va otra de mis peroratas que mañana (por hoy) colgaré desde el trabajo, bendito sea, que es el único sitio desde el que voy a poder conectarme hasta nuevo aviso.

Mi empatía me tiene sumida en un estado de tristeza que no puedo superar.

He vivido el crepúsculo en todo su esplendor. La luna empieza su recorrido nocturno y el aire huele a sal. Intento canalizar cualquier ápice de energía positiva que albergue mi cuerpo para afrontar el futuro inmediato.

Os acordáis de las clases sobre verbos? Ser y estar, haber y tener. Creo que en algún punto del camino que he recorrido hasta aquí he olvidado el significado de los términos. Quién soy? Pues, a tenor de lo que estoy haciendo, ya no lo sé. Hasta ahora lo tenía bastante claro, pero de un tiempo a esta parte más parezco una pálida sombra de lo que he sido y a este paso no sé lo que seré. Dónde estoy? Depende del momento. A veces en el cielo, otras, más de las que me gustaría, en el infierno y casi siempre en el purgatorio. En una encrucijada donde ningún camino conduce a Roma y parece ser que todos van a dar a enmarañados jardines llenos de zarzas. Si consulto la ruta a seguir hay disparidad de opiniones. Ya me parece una de las historias del viajero que vaga sin orden ni concierto por el pais de sincero y falsio. Qué pregunta debo hacer para hallar la verdad? Claro que aquí todo es relativo. No dirás el nombre de Einstein en vano. Pobre, si supiera que su teoría se utiliza para dar visos de realidad a toda una serie de disparates!

A ver que tenemos en el haber... ni bienes raíces, ni bonos del estado ni nada que se le parezca. De haber hecho, muchas. De haber estado, otras tantas. De haber tenido... poco. Lo justo. Pero, como dice Rosana, hay pobres con mucho dinero y ricos que duermen en el suelo. Tener, lo que se dice tener... nada. Ni mis gatos son míos; yo soy suya, que no es lo mismo ni es igual.

Me viene a la cabeza una canción de esas cumbas, que he tocado alguna que otra vez y de la cual siempre he cantado la segunda parte que, en este caso, sí es la buena:

“Por las callejas de un pueblo, donde todos se conocen
Conversaban a las doce, un poeta anochecido, y un señor enriquecido
Sobre lo que ambos tenían.
El señor rico decía:
Tengo patios, tengo casas, una trilla y sus labriegos
Trabajando en la trilla, tengo veinte jornaleros.
Tengo todo lo que quiero.
Tú solo tienes tus versos, dime,
dime de qué sirve eso?
Tengo un tractor y una amante,
miles de amigos en balde
En la mesa del alcalde, tengo un sitio reservado,
soy señor adinerado
Tú solo tienes tus versos, dime,
dime de qué sirve eso?
(A lo que el poeta contesta):
Jesús, qué barbaridad! Cuantas cosas tiene usted
Yo sin embargo ya ve, en esta humilde cartera,
un verso y dos primaveras
Un ciprés, el sol y el mar,
y escondido el verbo amar
Tengo dos besos guardados,
y el sudor de sus labriegos
La sonrisa de un niño y unas palabras de amor,
metidas en mi zurrón
La mirada de una anciana,
ya sé que son cosas vanas.
No tengo nada, ya ve, comparado con usted.”

Hace falta decir más? Si sigo por este camino caeré de cabeza en el baúl de los recuerdos, oh, oh, oh, y es altalmente insalubre, porque terminaré como Calimero diciendo que nadie me quiere. Bueno, acabaría por decir que nadie me ha querido nunca. Pero estaría mintiendo. Que no me sienta querida ahora no significa que en ciertas etapas de mi vida no lo haya sido. Solo que tiendo a dramatizarlo todo y hoy se convierte en hace un año, hace tres, hace cinco y hace doce y si sigo con las regresiones infantiles, me remontaría a los quince y a los ocho, donde tuve mi primer disgusto. Qué gran actriz ha perdido el teatro! Tragicómica. Todo eso que ha ganado el mundo en general porque, como le decía Tola a Carmen Maura: Nena, tú vales mucho. Y como no suelo ver demasiado a mi abuela, mis padrinos no están por la labor y últimamente no hay nadie que me lo diga, me lo digo yo misma. Cuanto absurdo!

Cómo me gustaría ser Juan Salvador Gaviota y remontar las corrientes de aire para, de pronto, con vertiginosa zambullida, lanzarme en picado a recorrer el fondo marino, adornándome el pelo con estrellas de mar y jugando al escondite con los caballitos entre corales... Observar la coreografía de los peces que, mecidos por el vaivén del océano, producen destellos plateados que iluminan las pequeñas olas.

Quién me hace escribir todo esto? Por supuesto, mi mala cabeza y la ayuda inestimable del señor Sakamoto, que para estos menesteres es imprescindible. Cumbres borrascosas... Heatcliff, atormentado por la muerte de su amada... Aunque... tal vez me sienta más cercana a la innombrable protagonista de “Rebeca”, que no sabía donde se metía hasta que llegó a Mandsley Manor; con la salvedad de que ella consigue huir de allí y vive feliz y come perdiz.

Una bonita y peligrosa frase para terminar:

Si amas algo más que a tu vida, déjalo ir. Si vuelve es que es tuyo. Si no lo hace es que no lo has tenido nunca.

Creo que no es así exactamente pero la adaptación sirve lo mismo.

Colorín, colorado, por esta noche he terminado.