lunes, enero 10, 2005

10-01-05

Eminem no origina en mis neuronas el estado de placidez que me provoca el pianista. Pero tampoco reproducimos una y otra vez, día tras día, idénticos hábitos. Como en All That Jazz, donde el protagonista, Joe Gideon, reincidia cada mañana en el mismo ritual, siempre con Vivaldi de fondo.

Cúanto aburrimiento! Rutina, monotonía. Me pregunto cómo se lo hacen las ovejas, las vacas y los caballos, alimentándose cada día de lo mismo ¿qué pensarán al respecto? aunque puede que no apreciaran un estofado de congénere... al menos los cerdos tienen más variedad en su dieta, pero también, acabar como acaban, pues no sé que deciros.

¿Por qué pensaré en estas cosas? Indiscutiblemente, porque no entra en mi cabeza el aborregamiento. Dormir es perderse en el sueño de la muerte, pasar por alto la belleza, lo especial que tiene cuanto nos rodea. Abrir los ojos, descubrir un solo instante, una sombra, una sonrisa, ser conscientes. Navegar en la tormenta, remontar la ola perfecta, ver el mundo desde lo alto. Ascender en el columpio tan alto como podamos. Imaginar mágicos seres alados que convierten en realidad nuestros deseos. Nada de genios de la lámpara. Se tiene que frotar, y eso entra dentro de los anodinos quehaceres diarios. Además, un señor que solo tiene el poder de conceder tres, demuestra tacañería. Vayamos más allá del arco iris, al país de Oz, a buscar cerebro, corazón y coraje o, simplemente, que nos devuelvan a la realidad.

¿Qué incierto futuro nos depara el mañana?

Remedando a Red Buttler, me respondo a mí misma:

"Sinceramente, querida, me importa un bledo."