lunes, enero 31, 2005

31-01-05

No sé si achacarlo al frío polar que sufrimos, al preocupante desinterés por mi salud o a que, sencillamente tocaba, esta vez la he pillado de pleno. Con tiritonas, como si me hubiera pasado el AVE por encima y la cabeza más espesa que el puré de guisantes, amén de altas temperaturas que no sirven de nada para contrarrestar la hipotermia que se ha apoderado de mis extremidades, intento escribir algo con sentido, acompañada por una caja gigantesca de cleenex y Diana Krall con su "Cry me a river". Llórame un río... ¿Existe alguien capaz de llorar tanto? Creo que ni Maria Magdalena ¿o no es de aquí de donde viene el dicho? ¿Por qué las magdalenas se llaman así? ¿de donde han sacado el nombre? porque llorar, no es que lloren, más bien absorben cualquier líquido... y si se te caen dentro de la taza, prepárate a pescar migajas; acabará por convertirse en leche con tropezones.

Desatinos aparte, me dedico a verlas pasar. Me miro el ombligo y me gusta. He matado al Hada Vídeo y ha aparecido la bruja Avería, pero sin scubbys en el pelo, que ya no tengo edad para ciertos abalorios. Me preparo mentalmente para lo que vendrá. Ahora lamento no tener mi Kamikaze (el auto loco con el que me movía). Suenan Yello, the Race. Siempre la he asociado con el asfalto. Carretera y manta. Creo que debo cuidarme más. Porque encontrar a alguien que quiera hacerlo parece algo proporcionalmente inverso a la necesidad.

Fin de mes. No quiero hacer balance. No vamos a hacer leña del arbol caído. ¿Me embarco en juicios? ¿No lo hago? ¿Me declaro huerfanita? ¿Me lo tomo todo a chanza? Esa es la cuestión. Gracias, literatura inglesa, por este humor. Quizá sea lo único que me impele a continuar. Pero no continuaré ahora. Voy a dejar reposar mi reliquia ósea en brazos de dios morpheo.